El reconocido fotógrafo Brasilero Thiago Diz nos trae un ensayo con las mejores fotos que capturo en la Extremo Sul Ultramarathon, una carrera de 226 kilómetros NonStop en su país.
Nuestro autor invitado es Thiago Diz de Brasil, uno de los mejores fotógrafos outdoor de Sudamérica.
La carrera comenzó en la ciudad de Río Grande y finalizó en Chuí, en la frontera con Uruguay. Durante los 226 kilómetros en la playa más larga del mundo, los corredores se encontraron en esos tres días y medio (más de 60 horas) con todos los climas posibles, desde cielos totalmente despejados con un fuerte sol al mediodía, a viento marítimo extremadamente frío, o noches heladas con la vía láctea acompañando, cielos nublados o tormentas de arena.
Cuando la marea bajaba, los corredores aprovechaban a levantar el ritmo y ganar distancia antes que vuelva a subir. La marea alta inundaba todos los arroyos linderos, dejando mojados a los participantes constantemente y también forzándolos a correr todo el tiempo entre arena blanda y dunas. La fricción constante de 60 horas de esfuerzo entre arena y pies mojados causó muchos problemas, principalmente ampollas que obligaron a muchos participantes a abandonar.
Durante el camino hubo 8 puestos de abastecimiento con comidas, bebidas, fisioterapeutas e incluso algunos colchones para aquellos que quisieran descansar. Durante los 226 kilómetros por el extremo sur de Brasil, varias joyas del mar se apreciaron, desde esqueletos de ballenas, contenedores perdidos, e incluso algunos naufragios con su fachada totalmente desgastada de estar tantos meses (o años, incluso) expuestos al hostil clima de la costa, un gran recordatorio para los corredores del inhóspito y remoto lugar por el que estaban transitando.
Tiempo. Todo esto hace pensar en el tiempo. La inmensidad del tiempo, el infinito tiempo, que marca las cosas, que marca a la gente al transitarlo, que iba a marcarlos para siempre con esta experiencia.
A lo largo del circuito, varios faros de siglos de antigüedad daban la bienvenida a los participantes recordándoles constantemente la distancia que transitaban. El interminable trecho recto de las playas no permite ver un punto final, otro de los factores que convierte a esta experiencia en una de las carreras más difíciles y duras del mundo.
De los 48 corredores que partieron, sólo 12 lograron la meta. Una experiencia que no puede faltar en la vida de los ultramaratonistas más duros del mundo.